El fin del ciclo kirchnerista viene siendo anunciado hace años, con una
ansiedad que obnubila a los pronosticadores de esa extinción. Es un
pronóstico mediático –algo así como el Dorado de Magnetto–, que la
política opositora recoge también como su guante ganador. Sin embargo,
lo que ellos llaman “fin de ciclo” parecería agotarse, sintetizarse o
expresarse en una simple derrota electoral. Esa simplificación forma
parte de las lecturas torvas o miopes sobre la fuerza política más
potente que ha surgido en el último medio siglo en la Argentina, y la
que hoy sigue siendo, al menos según las mediciones provisorias de las
PASO, la de mayor alcance nacional. Mirándolo un poco más de cerca, nada
indica que el kirchnerismo no sea capaz de revertir los resultados
adversos, pero incluso si no lo hiciera, incluso si en dos años llegara
al poder alguno de los bricollages opositores, es extraño que se omita
que la naturaleza de la construcción política kirchnerista tiene
cimientos y raíces dispuestos a acompañar la vida política argentina en
las próximas décadas.
CONTINÚA: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-226668-2013-08-13.html
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