Hace unos años, recordando el regreso de la democracia en 1983, reviví
la inmersión en la multitud que aquel 10 de diciembre fue a saludar la
asunción de Raúl Alfonsín en la Plaza de Mayo. 1983 fue un año inédito
en la inmersión en multitudes. La primavera democrática reinstaló los
cuerpos en las calles. Nunca más hubo cierres de campaña como los de
aquel año, con millones de personas atestando la 9 de Julio, ni una
asunción tan celebrada por ganadores y perdedores. ¿Qué sabíamos de la
democracia? Muchos, apenas, que no era la dictadura. Eso alcanzaba para
escupir tantas almas al espacio público, durante tantos años vedado y
tutelado. Mi partido era el PI y el cierre de campaña había sido en
Once. Recuerdo cada paso de esa caminata hasta Plaza de Mayo. “Mire mire
qué locura, mire mire qué emoción...” La sensación física y mental era
extraordinaria: se acababa la dictadura y se reía y se gritaba y se
lloraba al mismo tiempo, porque el camino había sido de espinas. En 1983
las llagas estaban abiertas.
CONTINÚA: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-232724-2013-11-02.html
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