MADRID // El retrato del que fuera presidente de Venezuela que emerge de las páginas de Hugo Chávez. Mi primera vida
(Editorial Debate), del periodista Ignacio Ramonet (Redondela, 1943),
es el de un hombre brillante, de cultura vasta y autodidacta, una
cultura impregnada de un refinamiento hijo de su primera vocación, la
pintura, de sus raíces populares y del bagaje de un lector voraz. El
hombre cuya voz recogió Ramonet en entrevistas que tuvieron lugar a lo
largo de varios años citaba de memoria a Gramsci, a Teócrito, a Ortega y
Gasset y a Marx. Ese militar que-según describe el periodista- recorría
con sus manos los mapas de América Latina; esa persona que tenía a
Simón Bolívar como faro, no se parece casi nada a la caricatura de
golpista zafio que tantas veces han pergeñado sobre él algunos medios de
comunicación. Ramonet, director de Le Monde Diplomatique en
español y presidente de honor de ATTAC, se propuso luchar contra esa
imagen de Chávez retratando al ser humano que precedió al líder. En esta
primera vida, el lector no hallará el relato del desempeño
como presidente de Hugo Chávez, sino “el territorio de su infancia y las
raíces de su destino”.
¿Cómo se explica el abismo entre la persona refinada que usted describe y la imagen que de él han dado muchos medios?
Ese contraste da la medida de la enorme manipulación, de la
demonización que ha sufrido Chávez. Yo tuve la ocasión de hacerle una
entrevista larga cuando sólo llevaba varios meses como presidente y pude
constatar que ese hombre, que aún no era objeto de tantos ataques pues
acababa de llegar al poder, era un hombre culto, que citaba a Nietzsche,
a Kant, a pensadores latinoamericanos, algo que me parecía excepcional
para un militar. CONTINÚA: http://www.lamarea.com/2013/10/26/ramonet/
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