Existe un país virtual y uno real. Mientras algunos en Argentina nos
quieren vender que en Venezuela que se vive una insurrección popular,
la realidad es diametralmente distinta. Al recorrer Caracas uno se
encuentra con escasas y aisladas "guarimbas" –barricadas– en los barrios
acomodados del este, que no tienen gran impacto en la vida cotidiana
pero que muestran una escalada de violencia de grupos opositores que
vienen buscando, sin éxito, desestabilizar al gobierno.
En la Venezuela real no se ven manifestaciones de "jóvenes pacíficos"
por las calles. Estos sectores organizados por la derecha radical tienen
una capacidad económica, un impacto mediático y un poder de fuego que
no coincide con la resistencia civil con la que se presentan. No son
espontáneas las protestas que dejan centros médicos incendiados, el
secuestro de vecinos, la destrucción de transportes públicos, el
sabotaje de centrales eléctricas ni los francotiradores que disparan a
la cabeza cuando fuerzas de seguridad intentan dispersar las barricadas.
El ejemplo más significativo, y el más perverso, está invisibilizado:
mientras se habla de desabastecimiento, se queman camiones repletos de
alimentos y se impide el ingreso a centros médicos.
CONTINÚA: http://tiempo.infonews.com/2014/04/09/editorial-122221-la-guerra-mediatica--y-la-industria-del-odio.php
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