El esclavista es a la apropiación de la renta, lo que el cipayo es a la entrega de la identidad nacional.
No es una casualidad sino una consecuencia del modelo nacional y popular que gobierna, que en este tramo de la historia se puedan dejar al descubierto los unos y los otros. Al fin y al cabo, son uno solo.
Hay una cuestión penal e ideológica que los atraviesa y condena.
Pero también hay que sentar en el banquillo de la Justicia a la política devastadora ejercida por las dinastías que gobernaron en muchas de nuestras provincias argentinas.
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