A quienes tienen deseos de leer, aunque sea un capítulo del libro “K, Letra bárbara” (Periodismo sucio, público sublevado) Orlando les envía un anticipo.
Los delfines saltan, y les dan dulces
La antigua y meneada definición de periodista independiente es precedida por una definición más corta: periodista dependiente. Hay otra aun más breve e inquietante: periodista pendiente. Y todavía una más sucinta: periodista ente. Esta última no parece ser —a vuelo de pájaro— la especie minoritaria. Eso sí, la definición que más convence a los periodistas es la primera: independiente. Y es autorreferencial, ya que, al contrario, el público y los receptores suelen inclinarse mayoritariamente por algunas de las otras definiciones. Se incorporó últimamente el periodista “militante”, que vendría a ser un bárbaro que se define a cara descubierta, algo antes impensable en un oficio de máscaras que se agotó de andar jactándose que no las usaba porque su función no era otra que la comunicación frontal e identificada. En cambio, el militante bárbaro se confiesa un relator político, ideológico y partidario. Y al servicio de su verdad acerca de los hechos. Eso contradice a los otros, los que no son militantes y tienen que afrontar el relato de los hechos según las verdades que ellos no construyen. Pero que con entusiasmo y competencia difunden, a sabiendas de que sus constructores son también militantes inconfesados de intereses poderosos y a contrapelo de los suyos. Ya que por tradición del periodismo de la leyenda apócrifa, son expresamente opuestos a relatos y relatores que se les enfrentan.CONTINÚA: http://orlandobarone.blogspot.com/2011/10/los-delfines-saltan-y-les-dan-dulces.html
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