El signo de la caceroleada
es: no miremos atrás porque nos aterra aquel abismo; al presente llegamos por
nuestro propio esfuerzo; no por políticas de Estado. El país es así: rico por
naturaleza, como dice Biolcati. Entonces, si somos tan ricos, queremos nuestra
parte. Es palabra de teflón.
No obstante, la falencia intrínseca del cacerolazo es la falta de representación política. Aunque detrás esté El Grupo Clarín; el PRO; la Sociedad Rural; los grupos neonazis; la procesista Cecilia Pando; los “peones rurales” del Momo Venegas; los camioneros de Moyano; la ultraderecha recalcitrante; todos los golpistas de antes y de ahora y los idiotas útiles de siempre que no saben por qué, pero están ahí. Todos protestando contra el gobierno nacional. Sin embargo, cosa extraña, -o tal vez no- no mueven un dedo contra el Jefe de Gobierno porteño que está procesado por asociación ilícita y a las puertas del juicio oral. Tiene la capital es un inmenso basural; sin luz; inseguridad; el transporte es chatarra; inundada con cuatro gotas porque no de ha hecho una sola obra; edificios que se derrumban y un caos permanente. Eso no amerita un airado cacerolazo? . . . Si fuera responsabilidad de Cristina ya habrían dado un Golpe de Estado . . .
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