Uno pensaba, tranquilamente o poco menos, que el paro
del martes era suficiente como “comida” de sus reflexiones semanales. Y
en eso llegó el juez Griesa, con su fallo extravagante a favor de los
buitres. El paro del martes quedó, entonces, como una anécdota
insustancial. Nadie volvió a hablar de él. Veamos eso porque es una vía
de análisis muy interesante, a dos puntas.
La primera es que –por lo general– si un hecho puede desaparecer
mediáticamente de la noche a la mañana, con pinta de no retornar, quiere
decir que no le da el volumen para ser un gran hecho. O que no interesa
que lo sea. Descartemos, incluso, la polémica en torno de cómo medir
los alcances del martes pasado. Es muy tentadora la oferta de haberse
constatado que ese paro no se sintió en el interior del país, ni tampoco
hacia el adentro bonaerense. Y que las fotos debieron remitirse al
vacío porteño porque bloquearon los accesos a la Capital. Si de eso se
colige que fue, por lo tanto, una huelga de aparatos gremiales, no
cambia la certeza de que el paro ya está ubicado en un tiempo “remoto”.
La segunda punta, complementaria o en realidad primordial, es que el
tejido se interconecta entre el paro y Griesa. Esto es: ¿de qué hablamos
cuando hablamos de contradicción principal? ¿Del mínimo no imponible?
¿O de cuál es la herramienta política, verdaderamente existente, de la
cual se dispone para encarar avances progresistas? El fallo de Griesa le
pone límite a la pretensión de que basta con gastárselas en el
populismo de la libertad, como acertó a definir Pablo Semán en una
columna de Página/12. Argentina es agredida desde el exterior porque se
rebeló. CONTINÚA: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-208618-2012-11-26.html
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