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miércoles, 8 de febrero de 2012

Un crimen que dura cincuenta años. Por Atilio A. Boron

La Revolución Cubana fue rápidamente calificada por el imperio como un pésimo ejemplo que debía ser borrado de la faz de la tierra a cualquier costo. Fue por eso que el acoso contra la joven revolución comenzó no bien Fidel y sus compañeros entraron en La Habana. Cuando en mayo de 1959 se sancionó la primera Ley de Reforma Agraria, Washington amenazó con reducir la cuota azucarera, prohibir la inversión privada y eliminar todo tipo de ayuda económica en caso de que fueran nacionalizadas propiedades norteamericanas. Todas estas amenazas se cumplieron en una viciosa escalada que sigue hasta el día de hoy. El hito que marca el comienzo oficial del bloqueo –que Estados Unidos pretende hacerlo parecer inocente llamándolo “embargo”– fue la Proclama Presidencial 3447 firmada por John F. Kennedy hace exactamente 50 años, el 7 de febrero de 1962. Desde entonces, esta política fue perfeccionando su malevosía, especialmente por causa de dos leyes, la Torricelli y la Helms-Burton. La primera, sancionada con el mentiroso nombre de Ley para la Democracia Cubana, promulgada por Bush padre en octubre de 1992, reforzó las medidas económicas contra Cuba y brindó sustento normativo a la extraterritorialidad del bloqueo. Prohibió a compañías subsidiarias norteamericanas en terceros países realizar transacciones con la isla o nacionales cubanos y la entrada en territorio norteamericano, durante un plazo de 180 días, de los barcos de terceros países que hubieran tocado puertos cubanos, entre otras restricciones.
CONTINÚA: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-187134-2012-02-08.html

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