Como la Presidenta ocupa casi todo el centro de la
escena, tiene su lógica que las críticas también se centren casi
exclusivamente en su figura y en el andar del oficialismo. El punto,
entonces, consiste en si la cantidad y calidad de esos cuestionamientos
son razonables o, más bien, el producto de que la prensa vive de las
malas noticias. Si son reales, mejor. Y si deben inventarse, qué se le
va a hacer.
Entre lo más destacado, se anotó la reprimenda de Cristina a algunos
gremios por sus exigencias salariales. Gremios presentados
periodísticamente como si fueran el sindicalismo entero. En rigor, suena
contradictorio escuchar a la jefa de Estado, quien no pierde
oportunidad para recordarles a los grandes empresarios que están
levantándola en pala, meterse con los reclamos surgidos en las
paritarias. No hay, ni en la actividad ni en las pretensiones gremiales,
intento alguno de incendiarle el modelo. Nadie tiene esa capacidad,
además. Aunque entendible políticamente, fue injusto, y más al haberles
dado a sus palabras sentido de factura histórica, meter a todos los
dirigentes sindicales en la misma bolsa. Se cuela en el tema la interna
de la CGT. Pero eso no justifica argumentos –sobre la apropiación de la
renta, al cabo– que fueron y serán usados contra las necesidades de los
trabajadores. Así procedió el tratamiento de los medios opositores. Y en
relación inversamente proporcional, la Cristina de que se sirvieron
para obturar los reclamos salariales fue ignorada, virtualmente, en su
referencia directa a Macri como la Gata Flora. Siempre acerca de la
calesita interminable del alcalde porteño por la administración de los
subtes, la estocada presidencial lo dejó sin respuesta.CONTINÚA: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-193981-2012-05-14.html
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