Venimos de la semana en que se reveló como cierto lo
falso de todas las predicciones apocalípticas, por parte de la
militancia periodística ultraopositora. Sin embargo, hace falta insistir
con el tema (porque no son varios: es uno solo). La expropiación de
Repsol es un punto de inflexión. El choque con los medios se
repotenciará y es por ahí donde pasa –otra vez o como siempre, desde
hace alrededor de cuatro años– el centro de la cuestión, al menos en lo
que hace al modo de construir sentido político.
La inminencia de todas las plagas del mundo precipitándose sobre
estas pampas se convirtió, de la noche a la mañana, en un hecho
literalmente desaparecido. Desde mediados de semana, las portadas de
Clarín y La Nación ya no destinaron ni apenas un recuadro a lo que uno
de sus columnistas calificó, el domingo anterior, como la crisis
internacional más grave sufrida por Argentina desde la guerra con la
OTAN y el “campante” default. Las tremendas amenazas europeas mudaron a
un análisis de la Organización Mundial de Comercio por las trabas a las
importaciones, lo cual no guarda relación alguna con lo decidido sobre
YPF. Y el resto de los colegas con mayor renombre que vaticinaron
calamidades bíblicas hablan abruptamente de que el mundo ladró, pero no
mordió. Las plagas se transformaron en el apartamiento del juez Rafecas
de la causa que afectaría a Boudou; una táctica virtualmente infantil,
para reinstalar un asunto conflictivo siendo que la fiera planetaria era
un caniche toy. CONTINÚA: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-192982-2012-04-30.html
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