Son tres hechos emblemáticos, para gusto de quien
firma. Si quiere juzgárselos sólo como digresiones de mero valor
periodístico-coyuntural, sin sustancia de fondo, licuables en el
torrente de exabruptos vertidos antes y después de la polémica en
Diputados, es válido. Es legítimo. El suscripto cree, en cambio, que se
trata de definiciones de alta cuantía política, acerca de aquello con
que la derecha machaca sin cesar: la calidad de las instituciones. Por
supuesto, si es que convenimos en que las instituciones son sujetos de
carne y hueso y no una abstracción.
Empecemos por Ernesto Sanz. Radical. Senador. Por fuera del ambiente
mediático que cada tanto lo promociona, de los correligionarios y de
sus colegas parlamentarios, no lo conoce virtualmente nadie. El mismo lo
admitió, a comienzos de 2011, cuando lanzó su campaña para las internas
de la UCR en el teatro Gran Rex.CONTINÚA: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-218980-2013-04-29.html
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