“Ahora bien, en su concreta historia institucional la religión ha sido
un poder legitimador de cuantiosas injusticias. Pero también, desde su
cosmovisión salvífica, promesante, resistente, desde su aflicción de
amor insondable contra tanta crueldad, desde su ser entre las gentes
contra las injusticias del mundo, lo religioso judeocristiano fue
esencialmente y profundamente crítico de la Mala Historia. Del dolor,
del sufrimiento humano, en su memoria. Comprensión de lo religioso que
alumbró o hizo alucinar a la Escuela de Frankfurt, por ejemplo, la cual
situó la religión como momento crítico de primer orden en el itinerario
de lo humano. Desde este enfoque el momento de verdad en lo religioso,
sería la disconformidad con el mundo dado, con el mundo del mal, con el
mundo injusto. La Escuela de Frankfurt, mucho del pensar de la teoría
crítica en Horkheimer, Benjamin y Adorno heredan eso: la instancia
mesiánica, la teología entrando en el campo del pensamiento y la
filosofía, la religión como memoria infinita de la irracionalidad del
mundo, memoria de la víctima antes y ahora.
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