Vale aclarar, quizá, que, aun cuando la semana
informativa local no hubiese sido lo pobre que fue, el suscripto habría
mantenido como central el tema siguiente.
Podría no haber sido que las huestes de la CTA opositora llenaran
apenas un segmento de la Plaza de Mayo a durísimas penas, con el
concurso de unos miles que más bien aportó el sindicato de camioneros.
La gran mayoría del periodismo opositor guardó un distinguido recato
frente a lo paupérrimo de esa demostración y, excepto Clarín, que en
título central de portada la adjetivó como “masiva”, recluyeron la
cobertura del hecho a lejanos puestos figurativos. Podría no haber
ocurrido que inventaran como relevante la incautación de la fragata
Libertad, para azuzar con la amenaza que representarían los fondos
buitre en su persistencia de cobrar, a como fuere, lo que no cobrarán
jamás (después se supo que, en primer término, se trataba de otra
operación de prensa, montada sobre la idea de perjudicar a Cancillería;
ayer, este diario la desmontó). Podría haber sucedido que la sociedad
haya estado insomne siguiendo las alternativas de la suerte de Leandro
Despouy, un respetabilísimo radical que está al frente de la Auditoría
General de la Nación y que continuará en ese cargo, cuya pertenencia
constitucional es de la oposición; de manera que es el propio
radicalismo el que debe preguntarse a qué vino tanta poética republicana
indignada, como si se tratase de que no confiaba, ni aunque fuera, en
tener un digno reemplazante para el hombre que seguirá donde querían que
siguiera. CONTINÚA: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-205598-2012-10-15.html
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