
Esta situación comenzaría a cambiar con la dinámica acción de Chávez, que a través de un gran proceso democrático impulsó la aprobación abrumadora de la primera Constitución antineoliberal de América continental (1999). Su texto sentaba las bases para el pleno ejercicio de la soberanía popular y nacional con la democracia participativa, así como para encaminar trasformaciones sociales de hondo calado que podían conducir al socialismo. Acto seguido, con apoyo de la mayoría parlamentaria, el líder venezolano dictó 49 leyes que abrían el camino al control por el Estado de los hidrocarburos en beneficio directo de la sociedad así como a las reformas agraria y pesquera. La nueva Carta Magna establecía el derecho ciudadano a revocar el mandato de los funcionarios electos, algo insólito en las democracias representativas.
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