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viernes, 27 de julio de 2012

“Quereme así piantao, piantao, piantao . . .” Por Delsio Evar Gamboa

Opinión     
¡Paren las rotativas! . . . ¡Paren las rotativas! . . .
¡Encontraron más propiedades en la Psiquiatría! . . . Sí, a los medios monopólicos les viene al pelo y ya la están utilizando para “demostrar” que el país está en manos de una demente, ciclotímica, bipolar, paranoica y esquizofrénica. Y que por eso el Gobierno entró en pánico.  
Con ese “hallazgo”, y sin poder disimular sus afiebradas expresiones de deseo, montan otra operación conspirativa más -y van . . .- para hacer creer que la Presidenta no tiene todos los patitos en línea y es candidata al Borda, que sus decisiones se rigen por el desquicio de su trastrocada mente más que por convicciones político-ideológicas, que eso se expresa en cada una de sus medidas y toda vez que hace uso de la palabra en forma explícita o coloquial.
Para la prensa visceralmente opositora, convencer sobre la “locura” de Cristina significa invalidar su gestión, con el burdo objetivo de desautorizarla y desacreditar sus habituales  mensajes. Para colmo -se quejan-, por Cadena Nacional . . . como si no hubiera ya una saturación diaria y abusiva de la ilegal cadena privada del Grupo Clarín que, con su parafernalia mediática, sus miles de replicadores y su prédica destituyente que pagamos onerosamente todos los argentinos, invade el país hasta sus más recónditos rincones. 
Cristina utiliza la Cadena Oficial porque es la única forma de publicitar en vivo y en directo los actos de gobierno que son maliciosamente ignorados por los medios hegemónicos y para que éstos, como ya es costumbre, no le tergiversen sus palabras.
En otros tiempos que no debemos olvidar, cuando presidentes muy cuerdos, sensatos y monosilábicos, se dirigían por ese mismo medio, los ciudadanos de a pie, pero de buen tino, nos santiguábamos y nos cundía el pánico. Y si hablaban los ministros de economía, que eran los que realmente mandaban, no había tensiómetro que diera abasto, y la taquicardia bien podía competir con el Campeón Nacional de Malambo. Cada anuncio, indefectiblemente era la crónica de un cuerdo pero enloquecedor sablazo anunciado. Y no lo tergiversaban.

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