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sábado, 16 de junio de 2012

Argentinidad al palo. Por Silvia Torres

Cacerolazos; Messi en todo su esplendor; la oposición a pleno sacándole el jugo a la flaca protesta de los porteños; YPF definiendo su plan de acción para romper el cepo energético; 84,7 % de argentinos a favor de abandonar el dólar como moneda de transacción mientras se suceden las políticas para consolidar el modelo. “Al palo”, como lo dice el rock.

Del éxtasis a la agonía/ oscila nuestro historial./ Podemos ser lo mejor, o también lo peor,/ con la misma facilidad, dice el emblemático rock de la Bersuit, cuando describe descarnadamente las luces y sombras de la Argentina, un país que tiene tantas fases como un poliedro inacabable.

En una semana en donde hubo mucho que festejar –anuncios de nuevas inversiones; crecimiento del comercio exterior con decidido superávit; crecimiento del consumo en varios rubros en el mercado interno; inauguraciones de obras, servicios y nuevas inversiones productivas; acuerdos para leyes sustanciales a nivel nacional y provincial, nuevo plan de desarrollo para YPF, etc.-, también hubo manifestaciones de un reducido número de personas –porteños de clase media-media y poco más-, que impactaron en la opinión pública, gracias a la resonancia que de ellas hicieron los oligopolios de prensa. En todos los programas de debates de la televisión nacional, conductores, economistas y políticos repitieron el decrépito discurso en torno del recorte de libertades que padece la población argentina y el apocalíptico futuro que el país tiene por delante.

Es oportuno dejar bien en claro que los recortes a las libertades para realizar ciertas operaciones financieras y económicas son comunes y corrientes en casi todos los países del mundo, pero mucho más, en los estados que rabiosamente protegen sus industrias y el trabajo de sus ciudadanos. En Brasil, en China, en Gran Bretaña, en los EEUU, en Alemania, etc. etc. es imposible pensar siquiera que un importador ingrese cualquier producto que pueda competir con la industria o materia prima nacional y mucho más improbable es que alguien pueda adquirir divisas, sin justificar de dónde provienen sus recursos.
 

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