Bolivia, como otros países de América Latina, está atravesando por
uno de los momentos más profundos de toda su historia: un gobierno
indígena-campesino-popular encabeza un período político de transición,
en el que, por ser precisamente un intento de construir algo nuevo en
las entrañas de los viejo, enfrenta desafíos y grandes amenazas.
La revolución boliviana ha tenido, hasta ahora, tres grandes
momentos. El primero entre los años 2000 y 2005, caracterizado por la
iniciativa política de los movimientos sociales por fuera y contra del
Estado. Es el momento en que las clases subalternas se erigieron como
clase dirigente de toda la sociedad sin haber todavía “tomado” el poder
político y su sublevación democrática encontró en las elecciones una
salida institucional que materializó ese “otro poder”, inherente a su
capacidad de auto-organización y auto-representación.
El segundo momento (2006-2009) se caracterizó por unos movimientos
sociales que, a la cabeza del primer presidente indígena de Bolivia y
América Latina, se elevaron a la categoría de clase dominante, al mismo
tiempo que enfrentaron la resistencia del desplazado viejo bloque en el
poder, cuya arremetida buscaba el derrocamiento del proceso de cambio y
de Evo Morales por métodos no democráticos. Es el inicio de un período
político de transición en el que la unidad del nuevo bloque en el poder y
su capacidad hegemónica está determinada por la presencia de un enemigo
claramente identificable.
Caracteriza también a este segundo momento de revolución, la puesta
en marcha de una política de recuperación de los recursos naturales que
durante dos décadas fueron transferidos al capital transnacional, así
como de una política de distribución de la riqueza a favor de los
sectores sociales más vulnerables de la población.
CONTINÚA: http://www.telesurtv.net/articulos/2012/06/08/la-necesidad-de-contar-con-una-teoria-de-la-revolucion-social-6810.html
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