En 1946, George Orwell ya había publicado Rebelión en
la granja, y faltaban tres años para 1984. Ya con una larga historia de
militancia de izquierda en el Partido Laborista Independiente, y con su
experiencia de miliciano en la Guerra Civil Española, Orwell –que era
conocido, por otra parte, por su posición crítica no sólo frente al
capitalismo sino también frente al estalinismo– publicó un ensayo que
suele usarse en talleres de escritura, La política y el idioma inglés en
el que desglosa qué tipo de operaciones de lenguaje no sólo desgastan y
achatan la escritura y el habla periodística y política, sino que
además ayuda a comprender por qué las batallas culturales se libran
palabra por palabra.
En lo que él llama “la decadencia del idioma inglés” encuentra,
dice, indudables causas políticas y económicas, pero advierte que un
efecto puede provocar una causa, y haciendo uso de uno de sus propios
consejos a escritores, busca una metáfora nueva, precisa y clara para
explicarlo: “Un hombre puede empezar a beber porque piensa que es un
fracasado, y luego fracasar por completo porque bebe”.
Orwell señala la relación que existe entre determinado uso del
lenguaje y cierto tipo de pensamiento político que padece su misma y
exacta decadencia. De izquierda y de derecha, porque éste es un problema
general que atraviesa a la política, el periodismo, el habla general y,
por consiguiente, nuestras maneras de pensar. Se posiciona en su ensayo
no como un escritor, sino como un ciudadano.CONTINÚA: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-195500-2012-06-02.html
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